Joy Laville: El mundo inmaterial.


La felicidad es el estado del alma libre del peso de las cosas, de ambiciones, de todos los miedos que inspiran el futuro y el más allá.
Gilles Lipovetsky
La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, a través del Museo Nacional de la Estampa, presentan el homenaje por el centenario del nacimiento de Joy Laville (1923-2018) con esta exposición retrospectiva de seis décadas de gráfica.
Joy Laville nació el 8 de septiembre de 1923 en Ryde, isla de Wight, en Inglaterra, y murió el 13 de abril de 2018, en Jiutepec, Morelos, México, a los 94 años. Nacionalizada mexicana de corazón en 1986, fue una pintora, escultora y grabadora, protagonista de primer orden en el arte del siglo XX mexicano.
Pasó su infancia y adolescencia en una isla rodeada del mar. Al estallar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) participó en los cuerpos de observación (Observer corps) de Yorkshire que fueron claves para ganar la guerra, misma que la obligó a interrumpir sus estudios. Se casó a los 21 años y en 1947 se trasladó a Canadá para terminar estableciéndose en la Columbia Británica.
Laville llegó con su hijo Trevor a la Ciudad de México en 1956, motivada por la novela Bajo el Volcán del escritor inglés Malcolm Lowry. Pocos días después se trasladó a San Miguel de Allende, donde recibió su preparación formal con James Pinto, por dos años en el Instituto Allende, donde también trabajó y coincidió con Roger von Gunten, artista que influyó en ella al principio, así como Vermeer, Goya, Velázquez, Turner y Matisse entre otros.
Laville logró consolidar su carrera en México. No pretendió antagonizar con la Escuela Mexicana de Pintura; sin embargo, su planteamiento neofigurativo del arte pictórico la emparenta con la Generación de la Ruptura o Apertura. Obtuvo el premio de adquisición del Instituto Nacional de Bellas Artes por su participación en la polémica exposición Confrontación 66 en el Palacio de Bellas Artes. Ahí conoció a Inés Amor y un año después se integraría al repertorio de artistas impulsados por la Galería de Arte Mexicano.
Joy con su constancia y dedicación por su práctica artística “I was looking for my own voice”, estaba en busca de su propia voz. Desarrolló así un lenguaje plástico propio con su expresión particularmente inmaterial en la que priorizó la armonía visual y el equilibrio en el color.
La forma, el espacio y la intensidad de la luz los encuentra y desarrolla en México, aunque también los viajes que realizó contribuyeron a nutrir su arte. Con estos elementos, logra la simplificación y estilización de la imagen, y la superposición de planos. Nos muestra espacios misteriosamente quietos, silenciosos y tranquilos, apacibles hasta llegar a las tonalidades de color pastel que la caracterizan.
Uno de los elementos iconográficos en su obra es el avión, que después de la muerte de Jorge Ibargüengoitia, escritor y compañero de vida (1964-1983), en un accidente aéreo, se vuelve una constante al igual que la vegetación. A la artista le interesaba la parte lúdica y la interacción de las formas.
A través de su obra, Joy Laville explora referencias de sus propias observaciones, detalles, gestos o reflexiones. La muestra está dividida en cinco núcleos temáticos: el origen, las disciplinas que trabajó; sucesos cotidianos; zona liminal el estado de transición y transformación de la soledad; paisajes, desiertos, selvas, valles, montañas, mares y playas; y escenas interiores intimistas con figuras humanas, floreros, naturalezas, salas, sillas, espejos, que cuando la emocionaban, los suspendió en el tiempo y fue porque algo la motivó o la conmovió, a decir de Joy un eco para continuar su búsqueda en el papel.
La muestra está integrada por 126 obras provenientes del acervo del Museo Nacional de la Estampa, de la colección de su hijo Trevor Rowe/Galería de Arte Mexicano y de otras colecciones particulares. En estas obras alude a un mundo etéreo, realizadas en diferentes técnicas: óleo, acrílico, escultura, cerámica e ilustración, como las portadas de los libros de Jorge Ibargüengoitia, publicados hasta el 2018 por la editorial Joaquín Mortiz, actualmente Editorial Planeta, y la primicia de la última portada en grabado que realizó para Jorge F. Hernández, escritor y amigo, ilustrando su novela Cochabamba, en Alfaguara (2023).
Es la primera vez que se realiza una exposición retrospectiva de la obra gráfica de Joy Laville y los talleres en que trabajó como: Ediciones Multiarte, Taller de Jan Hendrix, serigrafía; Tamarind Institute, litografía; Tiempo Extra Editores y Taller Pilar Bordes en aguatinta al azúcar, aguafuerte, a la poupée y fotograbado.
En esta curaduría se pretende evidenciar el proceso de la realización del grabado con algunos ejemplos de bocetos en acuarela, gouaches y grafito, que son el origen de sus estampas y que, posteriormente, a través de sus intervenciones directas en el papel, las transformó en un original único. A dicho proceso lo llamó “sobrepintado”.
Ha sido merecedora de distinciones, entre las que se destacan la Medalla de Bellas Artes y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Bellas Artes en el 2012.
La obra de Joy Laville es un referente imprescindible en el arte mexicano contemporáneo para las nuevas generaciones. Con esta muestra queremos reconocer la libertad creativa en su arte, y su trascendencia en el tiempo con un fuerte sentido emocional a través del color con una serena armonía.
Lilia Prado, curadora
Museo Nacional de la Estampa
Disponible


Dirección
