Anya: “Paisajes Internos”


Apertura: 22 de mayo
Ubicación: KOIK Contemporary, Revillagigedo 75, Centro Histórico
En Inner Landscapes, Anya reflexiona sobre los procesos emocionales y físicos de adaptación, recurriendo a la metáfora de ecosistemas vivos y células en mutación.
Inspirada por su experiencia personal—tras verse forzada a abandonar Rusia debido al conflicto político—y por los más de quince desplazamientos que ha vivido desde entonces, su obra investiga cómo las células se transforman para sobrevivir en entornos nuevos, del mismo modo en que los cuerpos, las emociones y las memorias se adaptan y se redefinen ante el cambio.
Cada obra se convierte en una huella de un paisaje interior: fragmentos que se ensamblan momentáneamente en una ilusión de totalidad, solo para disolverse y ser reimaginados una vez más.
La práctica de Anya explora la integridad del ser humano contemporáneo desde una perspectiva de fragmentación y fragilidad. Concibe a la persona como una estructura descentralizada y vulnerable, compuesta por múltiples capas y lentes de memoria social y cultural.
Partiendo de su experiencia migratoria, rastrea transformaciones internas que plasma en paneles mediante óleo. Inspirada en estructuras sin núcleo, como rizomas o mohos, las vincula con estados emocionales, dando lugar a retratos caóticos y fragmentados.
Las múltiples perspectivas que habitan en un solo individuo están unidas por la experiencia y la memoria. Un fragmento puede aludir a una compleja cadena virtual: una secuencia de creencias, recuerdos e ideas. En cada parte se puede vislumbrar la integridad del sistema completo, una referencia a su totalidad trascendental. Para Anya, el ser humano es una entidad compleja, pero aún así una estructura contemplativa—una que, al aceptar su naturaleza fragmentaria, reconoce que la idea de totalidad es, en esencia, una figura retórica.
A través de su obra, Anya propone que el sujeto moderno no necesita definirse mediante elecciones absolutas ni construirse como una unidad ilusoria, sino que puede encontrar caminos para reconciliar polaridades. Esta búsqueda de integración forma la base de su visión metamodernista. La identidad, en su trabajo, es el resultado del diálogo entre estructura y caos, fragmento y totalidad—contrastes que coexisten para crear una noción de integridad.
Para Anya, el individuo metamoderno construye su propio ecosistema de significados, consciente de que todo razonamiento es interpretación, no verdad absoluta. Esta conciencia no limita, sino que amplía; nos vuelve más tolerantes, más porosos, más conscientes. Cada persona, considera, busca construir una visión coherente del mundo.
Su práctica apunta a imaginar un modelo de subjetividad en el que emergen múltiples mundos individuales posibles, reemplazando los ideales absolutos por experiencias personales complejas y diversas.
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