Sector Reforma. Una figura es posible con tres líneas rectas.

Autor

Javier Cárdenas Tavizon, Santino Escatel y Alejandro Fournier

Curador

Guillermo Santamarina

Sala

8-10 Circuito Norte

Fechas

8 de junio al 20 de octubre, 2024

De manera paralela a la presentación de este cuerpo de obra cuyas velas, remos y narrativas singulares llegan a diseminarse por esta egregia geografía, el organismo trifásico Sector Reforma desea compartir al público que visita al gran Museo Cabañas y a la comunidad vinculada a las evoluciones del arte contemporáneo jalisciense la celebración de dos décadas de su ejercicio creativo, la confluencia de ideas y capacidades personales, de invención, de juego, odisea, de gestiones administrativas, coparticipación y configuración de obras y proyectos con otros talentos, abrazos, además de la recurrente activación de un modelo de simultaneidad cuyo radio notablemente ha marcado huella en espacios convencionales, en situaciones sito-específicas y en plazas públicas, siempre con un relieve de fraternidad y generosidad.

Desde este enfoque de trabajo multidisciplinario, con su señal de vibrante ubicuidad, Sector Reforma ha conciliado un recurrente modelo de configuración procesual (tendida tanto para el trabajo creativo, como para la certificación de un eje experimental y, por supuesto también, para asegurar el despliegue y la continuidad de una red destinada al encuentro y a la conversación) tanto de su identidad colectiva y en favor del desarrollo de sus vocaciones personales, como también con una inercia que parece imparable, con las actividades sembradas en su sede (inicialmente en un inmueble del antiguo barrio de Analco, o más recientemente en un predio de Santa Teresita), una y otra vez de la mano de un centenar de copartícipes en muchos aspectos creativos, sin distinción regional o nacionalidad, ni escala generacional o privilegios de género. Es una autentica institución por donde han transitado incalculables certificaciones de tenacidad, de riesgo y de compromiso, al ritmo de la imaginación y el talento de Javier Cárdenas Tavizon, Santino Escatel y Alejandro Fournier.

Una figura es posible con tres líneas rectas propone el tránsito por las abstracciones de un ecosistema (iluminado por la poética del espacio de un barco hipotético) por donde, como navegando por un paisaje metafísico, son citadas fuerzas exploratorias y capas de intención semántica con una insistente trama de abstracción, geometría, significación y de averiguación morfológica; hay un análisis circular de paradigmas de composición a la par de flexiones de desplazabilidad y de asimilación de desafíos a la lógica y la trascendencia de un concepto nuclear: los procesos compartidos. El proceso está compartido en la constancia de una estructura de tres combustibles: tres artistas. Resulta un estructura que enfatiza su categoría orgánica trípode y su talante nauta, cursando un panorama por el que emergen breves islas narrativas, flotadores kantianos, bogar con la evocación de historias locales, entre otras, en un surcar por donde discurren coeficientes de discernimiento seudocientífico, investigación psico-geográfica y arquitectura poética.

Una figura es posible con tres líneas rectas es experiencia de acoplamiento, como mástil de un velamen consignada al armónico funcionamiento de una labor dinámica en recurrente contingencia y riesgo. Es circunstancia de vitalidad, de razonamiento y de fantasía como influjos para activación de lo que Peter Sloterdijk denomina en sus notas sobre el gran interior de las realidades del tiempo presente, contrastando las circunstancias de un estado de derecha y las muy complejas de uno de izquierda, manifestadas en el último capítulo de su libro para estudiar una teoría filosófica de la globalización, categoría y condición de existencia común y poco heterogénea, confrontada particularmente al concepto desarrollado de lo local, que para el caso de esta exposición del trabajo de Sector Reforma es trasladado a la categoría del trance compartido de vida “no ordinaria”, como frecuentemente reconocemos a la de un artista y a sus correspondientes proyecciones. Esa forma de ser que usualmente se identifica a sí misma centrífuga al dominio social, por lo menos como ilusión, aunque no provechosa, no inútil, ni tampoco despectiva a esa “normal” que presume ser inequívocamente rentable y demandante, sobre todo hoy más que nunca, a la fructífera participación social; sin embargo, recurrentemente también es referida como circunstancia “inevitable” que incluso asume e inspira grados de marginalidad, reivindicando a su canon —el arte— esencial en las dimensiones de humanismo. Señala entonces el autor a “… las exigencias de esa meta-vida, cuya referencia al mundo se olvidará de la inmunidad, dando preferencia a lo extraño, a la condición inclusiva, a la cláusula no selectiva, simétrica, con franquicia aduanera, así como discrecionalmente comprimible y reversible…” la ilimitada razón, bañada por la experiencia y la libre voluntad personal, y la conciencia del bien común.

Aquí hay entonces una abstracción que conlleva travesía, juego y mucho trabajo por los horizontes de la meta-vida navegada con el recurso de una fecunda —y ciertamente ecléctica— amalgama de instrumentos, soportes, ideas, imágenes y sonidos, como también de sociaciones y de obligadas renuncias. El rastro de un ente curioso y sagaz que privilegia la multiplicación de vínculos entre la realidad y lo insólito, acaso arrogando el caos, la incertidumbre de un brumoso periplo (vivir para y en el arte contemporáneo no son dóciles comodidades) pero, y afortunadamente, como sucede con los pulsos y los atributos vitales de estas tres personalidades oceánicas, jamás dudando de las conquistas de radiantes anclajes que encuentra y seguirá encontrando Sector Reforma, una figura en tres líneas rectas.

Guillermo Santamarina, 2024
(vengan otros 20 sectores)

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