El arte de la pintura moderna, desde tiempos de Velázquez hasta la contemporaneidad, ha destacado por su capacidad de igualar la mirada del artista con la del espectador, permitiendo que este último adopte la perspectiva del creador al contemplar una obra. Sin embargo, esta mirada compartida revela una realidad irreal tanto para el artista como para el observador, transformando los temas representados en algo distinto de su contexto cotidiano. En “Looking in All the Wrong PLACES”, la primera exposición individual de Andrew Holmquist en México, el pintor reflexiona sobre su experiencia de tres años en Berlín, plasmando escenas urbanas y cosmopolitas con un sentido ambivalente de atracción y repulsión. A través de un estilo que fusiona la separación entre trazo y color, Holmquist aísla la arquitectura formal de las imágenes, permitiendo que la pincelada se deslice con una cualidad onírica, tocando lo que ve sin consecuencias tangibles. Sus pinturas reflejan tanto la alienación como la libertad, cuestionando la conciencia y la experiencia, deteniéndose en caminos no recorridos y resucitando el pasado a través de la forma. En sus cuadros de hombres solitarios, la mirada detectivesca acaricia con anhelo, pero con una distancia infranqueable, simbolizada por las “barricadas” que impiden que el deseo alcance su objeto. Solo en “Berlin Apartment”, el amado imaginado se convierte en algo concreto, pero aún así, la distancia persiste, manifestándose en la compresión del espacio y la fusión de extremidades.