Olvidos Frecuenrtes
El trabajo de Ricardo Fernández se ha distinguido por su precisión, por una figuración que no teme al detalle ni al peso del silencio.
Cada imagen suya parece suspendida en un momento de conciencia aguda, como si el tiempo se adelgazara para permitirnos observar lo que normalmente se disuelve en el olvido.
Durante su residencia en el CRIA, esa búsqueda rigurosa se vio desafiada por una nueva aproximación al proceso pictórico: por primera vez, el gesto antecedió a la forma. En lugar de construir desde el dibujo, fue la mancha espontánea, fluida, a veces incluso caótica, la que marcó el inicio. En este tránsito, el soporte, el ritmo del secado y la textura misma del pigmento (más veloz, más incierta) obligaron a ceder parte del control. Así, Fernández se adentró por primera vez en el uso de acrílicos modificados, un medio que permitió nuevas exploraciones de capa y transparencia.
El resultado es una serie de obras en las que conviven la construcción minuciosa de la imagen con lo indómito de la materia. Las texturas, las veladuras, los rastros entre capas, hablan tanto de lo que se quiso decir como de lo que se dejó aparecer.
En este contexto, la obra Los nombres, realizada en colaboración con Héctor Herrera, se vuelve síntesis y encuentro: dos voces que dialogan sobre una misma superficie, partiendo del accidente para llegar a la memoria.
Olvidos frecuentes no ofrece respuestas, pero sí revela el movimiento íntimo del recuerdo: sus huecos, sus repeticiones, sus efectos.
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