Temporada de conejos presenta una serie de obras que al contemplar con atención se caracterizan por una serie de transmutaciones visuales, tornando lo dulce y natural de los motivos retratados, en una imagen fragmentada que sugiere el arrebato de mirar al pasado buscando incidir en el presente desde la emocionalidad del recuerdo.
La artista chilena, retoma su vasta iconografía zoomorfa, la mística que responde a las diversas representaciones a lo largo de la evolución cultural de su país. Tomando como antecedente de dicha práctica, los mantos fúnebres bordados por los Paracas, que durante la invasión Inca (1470–1536) influyeron y fueron influidos, por las manifestaciones artísticas, religiosas y tecnológicas de estas culturas situadas en la parte central de Chile, donde pueden observarse criaturas de dos cabezas, la multiplicación de motivos idénticos; en su mayoría la presencia de felinos con largos bigotes y grandes ojos, serpientes que podrían ser también dragones.
Las pinturas de Fernanda Flores surgen sobre fondos suaves, retornando al azul rey y al rojo tradicionales en los mantos textiles, llenando el vacio monocromo con animales representados por bloques de color, construídos en varias capas y en ocasiones sugiriendo motivos en una primitiva adivinanza de colores vibrantes, inclinándose más hacia lo abstracto. En otros momentos, la artista opta por desencajar la silueta animal y acercarse a la imaginería Web, específicamente refiriéndonos a la amplia manipulación y alteración de la imagen en sí. Sus ejes, su naturalidad, la ausencia de ella.
La cacería desde la perspectiva femenina en la obra que conforma esta exposición, es un acto que genera una relación particular entre la cazadora y la presa, integra la observación sigilosa, la respiración acompasada, la tensión táctil de los músculos en los dedos y la palabra “Te amo” descansando punzante en la punta del cañón.
El título de la exposición Temporada de conejos, nos remite al famoso episodio de “Rabbit Seasoning” donde el pato Lucas intentará convencer al cazador Elmer que es temporada de conejos; pero Bugs Bunny contraatacará, disfrazándose de mujer… Segundo cortometraje de la denominada “Trilogía de la caza”, protagonizada por Bugs, Lucas y Elmer, y compuesta por Rabbit Fire (1951), Rabbit Seasoning (1952) y Duck! Rabbit, Duck! (1953). Abre una reflexión en tanto al papel de la seducción en la caza y el recuerdo tiernamente difuminado de una escena parchada con tintes misóginos.
La dureza y pesadez de la realidad se asoma en los bocetos de Fernanda en los que parece no separar el lápiz de color del papel, en un infantil ejercicio de fuerza sostenida o de simple evasión complementaria en este caso.
F. Flores dota de espiritualidad su trabajo y de sentido la técnica que utiliza para generar sus pinturas. El aerógrafo: su principal herramienta en el proceso de creación, una pistola de aire con un conejo radiactivo en la mira.
La maestría con la que se crea esta apariencia suavemente digerida pictóricamente, logra rescatar la textura culturalmente algodonada del manto, donde es siempre cómodo dirigir la mirada.
Alicia Valladares
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