Desde la década de 1990, la obra de Alexander Apóstol evidencia los distintos códigos de género, raza e identidad que acompañan las ideologías de América Latina desde el imaginario colorido y optimista de la modernización y del desarrollismo hasta el catálogo de fantasías corporales y sexualizadas del nacionalismo y populismo continental. Su obra oscila en torno a la dicotomía de tradiciones visuales de Venezuela: por un lado, la visión historicista y nativista que desplegaron los pintores realistas —al amparo de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez— que se prolonga en la escenificación trágica y cómica del régimen bolivariano del presente. Por el otro, la utopía de reinvención energética y corporal del constructivismo durante el auge petrolero, entre 1960 y 1970.
Apoyado en la exterioridad escéptica que le brinda la perspectiva homosexual, el arte de Apóstol muestra la forma coordinada en que la representación artística es cómplice y auxiliar de la producción imaginaria del Estado nación moderno, que depende de la sexualización para dar forma a sus fantasías. La oscilación de estilos históricos del arte regional es también la sucesión de apuestas por usar el deseo y la identidad como aparatos secretos de la dominación.
Mientras que series como Partidos políticos desaparecidos (2018) y Contrato colectivo cromosaturado (2018) ponen en evidencia el modo en que el geometrismo y arte op coincidieron con una hipótesis de la modernización venezolana, otras obras como Ensayando la postura nacional (2010) y Régimen: Dramatis personae (2018) excavan la visualidad de la corporalidad del nacionalismo y el populismo bolivariano. La monumentalidad de muchas de las obras de Apóstol de la última década corresponde a la intención de desplegar una crítica a la estética del Estado. Sin embargo, tanto en esas instalaciones y videos como en obras de corte más doméstico, como Avenida Libertador (2006), Apóstol refiere a la disidencia de género y, en particular, a la vida de las personas trans como una exterioridad crítica y disolvente de los estereotipos estético-políticos dominantes. El género y el deseo aparecen en la obra de Apóstol como los vectores de una disidencia imprescindible frente a la organización del engaño social colectivo que define a los proyectos estatales de todo signo.
La exposición del MUAC busca escenificar los contrapuntos críticos que la obra de Apóstol ha explorado en sus videos, series fotográficas y acciones conceptuales del siglo XXI. La producción del artista parte de una mirada distante puesta tanto en el proceso político venezolano como en la nueva valoración que el arte de su país ha adquirido durante la recuperación del arte moderno latinoamericano alrededor del mundo.
Artista: Alexander Apóstol (Barquisimeto, Venezuela, 1969)
Curaduría: Cuauhtémoc Medina
Coordinación curatorial: Alejandra Labastida
Ésta es una exposición itinerante compartida con el Centro de Arte Dos de Mayo de Madrid, La Fundación Proa de Buenos Aires y el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Si bien no es una retrospectiva con un contenido fijo, pues cada sede presenta ligeras variaciones en la selección de las piezas, Postura y geometría en la era de la autocracia tropical sostiene una constante mirada a la intersección entre la estetización de la política y la forma en que las prácticas artísticas más diversas se dejan absorber, instrumentar y movilizar por distintas etapas de la política continental.
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