…Trece lienzos pintados al óleo y un conjunto de dibujos a tinta conforman el territorio donde María Conejo propone un acercamiento profundo, íntimo,
a los sentimientos que habitan en nuestros cuerpos. Las obras sugieren un paisaje anatómico, en el que cada órgano se convierte en morada simbólica
de pequeñas diosas que juegan, danzan, meditan. Anatomía corporal: cada trazo plasmado representa un acto de compenetración, de escucha de sí, de
redescubrimiento del cuerpo y de sus sentires, de sus placeres y dolencias. Mediante la exploración personal de la propia María, al visitar estos paisajes
nos deslizamos por las húmedas laderas de nuestro mundo interior. Anatomía del alma: el esternón, los dientes, los ojos, artes y venas, la sangre, son los
vasos sagrados de donde emanan todo tipo de impulsos vitales; son las cajas resonantes en las que se amplifican los acordes del sentimiento humano;
pequeños mundos iluminados por el prodigio mismo de la existencia. Anatomía erótica: órganos palpitantes convertidos en santuarios del amor, de la
sexualidad y del deseo…”